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miércoles, 6 de junio de 2012

TOCANDO MADERA: LUIS TORRES NOS HABLA DE ARTE

Nota escrita por: Ana Cecilia Carrasco Quintana.


Hace un año, aproximadamente, Luis Torres Villar, accedió a darme un entrevista. Cabe mencionar que es muy común en él compartir entre compañeros los aprendizajes de sus varias experiencias en el mundo del arte. Uniendo los testimonios que brindó en diversas ocasiones, presento finalmente este texto que pretende resaltar cuestiones relacionadas al proceso creativo y las perspectivas desde la que él ha venido elaborando su obra:


Detalle "El último lustro" - Xilografía de Luis Antonio Torres Villar
Foto tomada por Jim Marcelo




Lucho hace una prolongada pausa al mirar su trabajo en retrospectiva. Ha hecho un camino largo en poco tiempo y lo toma con mucha naturalidad. Entonces empieza a narrar su historia:

Su primera relación con el arte se dio dentro de su propia familia pues él y sus hermanos siempre tuvieron afición por el dibujo. Aún después de ser el único que se dedicara  al oficio de las artes considera que sus hermanos son mejores dibujantes que él.

Se sintió también fuertemente atraído por las ciencias y la arqueología, hasta que tuvo ocasión de llevar cursos libres de arte de la casona de San Marcos, en donde le fue revelada la existencia de una Escuela de Bellas Artes. Al grabado lo conoció un poco después, en una exposición plástica de Hiraldo Higa en el ICPNA.

Para sustentarse y ahorrar dinero que le permitiera acceder a mayores estudios se desempeñó durante un tiempo como jardinero en las áreas verdes de un cementerio y ocasionalmente lo hacía también por encargo.  Así pudo llevar un curso corto de dibujo en la Escuela de Bellas Artes el 2003. Posteriormente se dedicó a preparase de manera autodidacta mientras continuaba su oficio como jardinero. Aprovechaba sus horas de descanso para practicar el dibujo utilizando de modelos las estatuas del Presbítero Maestro, siendo este pasatiempo uno de los mejores beneficios de trabajar en un cementerio.

Ejerciendo el oficio de la jardinería conoció la sede La Molina de la Escuela de Bellas Artes donde se dictaban talleres libres de dibujo bajo la asesoría de Rocío Rendón. Tras presentarse ante la profesora y ejecutar un ejercicio de dibujo, ella le invitó a formar parte de su grupo de alumnos. Esta experiencia le fue especialmente provechosa para informarse sobre la importancia del dominio teórico al fundamentar una obra de arte y sobre el valor que tal elemento le brinda a la obra.

Inició estudios superiores en la Escuela de Bellas Artes, hacia el año 2006. En los talleres rotativos de entonces se descartó en él cualquier inclinación hacia la pintura, aunque no fue el mismo caso ante la escultura, especialidad a la que finalmente renunció rendido ante la aspereza de la madera y su bella plasticidad. El grabado lo conquistó. Sin embargo lo que produjo en los talleres ese tiempo no recibió una buena apreciación por parte de los profesores. Curiosamente esta sensación de insatisfacción generada por tal experiencia le condujo a obtener  uno de sus primeros logros: 

“Yo solía imprimir todos mis trabajos sobre papel simple y saqué bajas notas.  Convocaron a un concurso de grabado en la Escuela y quise hacer un buen trabajo. Me fui a la cachina y me traje un pedazo de enchape. Lo pulí la noche antes del concurso y con eso trabajé. El tema era la iglesia de San Francisco. Fue un trabajo expresionista. Lo hice en ese estilo porque me era más fácil dado el tiempo que tenía para culminar el trabajo. Obtuve el segundo puesto, pero siento que debí llevarme el primero (ríe). Ese logro hizo que entendiera que puedo hacer algo bueno. De hecho fue un incentivo moral y económico.”

Escogió la especialidad de grabado por encontrar en  ésta versatilidad y libertad de darle una factura particular a la elaboración de su obra. Entre todas las técnicas del grabado se inclinó preferencialmente hacia la xilografía pues, según comenta, el acto de desgarrar la superficie de la madera tiene para él una semejanza en el uso de la fuerza y laboriosidad que conoció al arar la tierra y hacer surcos en ella.

Estando en el primer año de especialidad en el 2008 ganó el 1er Premio del XXXII Salón Nacional de Grabado del ICPNA con la serie “Los nuevos dueños”, políptico que representa a los personajes que financiaban su carrera en ese momento: una orquesta musical huancaína. Originalmente le pidieron que elaborase pinturas al óleo. Al darse la ocasión del concurso, Luis tomó a esta banda como tema pero agregándole la significación sociocultural que la música del centro ha tomado en las últimas décadas.

Al mismo tiempo que recibir la mencionada condecoración fuese una gran satisfacción, se convirtió en un gran reto ante él mismo. La incertidumbre y las limitaciones económicas que prosiguieron al evento ocasionaron durante un periodo que sus producciones fueron no pasaran de miniprints (grabados de pequeño formato) a modo de exploración: “No produje más obras con la misma calidad e intensidad”.

Se suma a este periodo de poca productividad un año de paralización de actividades académicas en la Escuela de Bellas Artes en el 2009, con motivo de implementarse una nueva malla curricular. Durante este tiempo Luis Torres se presenta  al concurso “Pasaporte para un artista” armando un portafolio con los miniprints que realizó durante el año anterior, en la técnica de punta seca sobre acrílico. Habiendo calificado a la etapa de pre selección  se sintió motivado a iniciar un ambicioso  proyecto de investigación que fuera el sustento de la obra a presentar en la segunda fase del concurso: el terremoto de Pisco. La violencia y su carga social como tema ya había comenzado a mostrarse en los miniprints, pero ahora Lucho buscaba darle un nuevo carácter usando como base los efectos demográficos y las nuevas configuraciones que surgen a partir de los desastres. Utilizando una serie de elementos, todos sustentados en los archivos y memoria del propio artista, sumados a los que pudo recoger en su investigación, llegó a estructurar una narración dividida en tres partes, que a su vez señalan diferentes espacios cosmogónicos y tiempos cronológicos, cada una de gran formato. 

La primera parte del  tríptico grafica de manera bastante detallada la ciudad de Pisco en el momento del terremoto. Para construir la imagen realizó un esmerado estudio en "vista de ave", que consistió en tomar apuntes de la ciudad desde lo alto de cuantos edificios le fuese posible. Para ofrecer detalles, recorrió la ciudad e identificó en ella todo punto referencial: parques, iglesias, municipio, cabinas de internet, bodegas, etc., de modo que los pudiera añadir en los planos de la ciudad y obtener una versión verídica de la escena graficada.

Otro de los cuerpos del  tríptico narra la reconstrucción de la ciudad en manos de gente joven.  En ésta se desarrolla la acción de llenar una bóveda, en donde desde dos camiones se provee material para quemar ladrillos con los que luego se reconstruirán las ciudades. Esta generación desprendida y generosa es la “generación de la macha”.

“La generación de la macha” hace referencia al producto marino (macha) que fue de gran importancia dentro del consumo familiar y comunal durante la niñez de Lucho. Este producto permitió a gran parte de la población limeña sobrevivir a la crisis de los 80-90. Haciendo cuentas, esta sería la misma generación que ahora movilizaba esfuerzos para ayudar a reconstruir Pisco: “Así como ellos (los pisqueños) nos alimentaron en mi infancia, Lima ahora le retribuía el apoyo con donativos y cruzadas ante el terremoto”.  

La generación de la macha es la sociedad sobreviviente menos favorecida. Aquella que habrá de empezar de cero y reclama posesionarse de un nuevo terreno que ha invadido, ya que lo perdió todo. Sin duda el tema ha conmocionado a Lucho quien va adquiriendo la necesidad de también convertirse en un agente movilizador de propuestas y soluciones: “Quisiera que el arte me permitiera lograr una acción social.  Tenía la esperanza de que la premiación contribuyera a eso”

Como resultado de la evaluación de la segunda etapa del concurso "Pasaporte para un artista", Luis se hace acreedor al segundo premio. Ello le permitió viajar a Europa, donde tuvo oportunidad de compartir taller con un grabador belga. Este intercambio le incitó a buscar mayor prolijidad en cuestiones técnicas del grabado. En su regreso al Perú pierde opción de matricularse en el ciclo académico 2011-I, de modo que aprovechó este semestre para madurar su propuesta gráfica y técnica. Siempre practicando el sano ejercicio de aplicarse a diferentes convocatorias, Luis se vio en la obligación de viajar a Taiwán para recibir la condecoración de Mención de Honor en la 14 Bienal Internacional de Grabado Contemporáneo Museo Nacional ROC de Bellas Artes.

Luego de esta experiencia el desarrollar productos artísticos acompañados de una vasta investigación se convirtió en uno de sus principales objetivos. Esto lo llevó a reencontrarse con sus intereses hacia la botánica, arqueología, y otras ciencias que en algún momento tuvo que dejar atrás. 


En estas circunstancias se presentó una nueva oportunidad para darle versatilidad no sólo al discurso, sino también a los recursos técnicos y visuales. El 2011, cuando el BCR lanzó la convocatoria anual de un muy conocido concurso de pintura, Luis participó en el certamen haciéndose  acreedor a la primera mención honrosa, presentando, como era de esperar, una xilografía en gran formato, impresa sobre papel hecho a mano con fibras nativas de Cuzco y pelo de infante. El pliego fue engrapado sobre un bastidor de tela, cumpliendo así con las bases del concurso. Este reto, según sus palabras, lo tomó para reclamar para el grabado el sitial del que se le tiene excluido ante la pintura.

Esta nueva narración, que va entre lo urbano y social cultural, es atravesado por textos que dialogan con la escena pero que, al mismo tiempo, se desvinculan de la misma y crean otros planos de lectura.

En uno de los planos de atención figuran aves y plantas con sus nominaciones científicas escritas  en pergaminos que acompañan a éstas. Usa cierto tipo de estructura gráfica de cuadros del medioevo. El uso de las letras en latín, según Luis, tiene la finalidad de usar un lenguaje universal. No sentenciar una sola forma de nombrar ni a aves ni a plantas, sino usar un lenguaje neutro no relacionado a los usos del castellano.

Las plantas y animales toman parte del cuadro como seres animados que desarrollan un diálogo. Tienen como fondo paisajes urbanos típicos de ciertas zonas del Perú donde, en los pasacalles, los niños sueles recibir una suerte de veneración. La recreación de esta escena toma elementos urbanos de San Juan de Lurigancho. El personaje principal, un infante, viaja sobre una “moto taxi” y se abre camino entre la muchedumbre. Las aves que observan el acto elaboran una especie de conjuro en torno a la vida y a la creación. 

Como podemos deducir de estos últimos proyectos, Luis muestra una clara tendencia hacia el relato. En las series que realiza, la unidad se da a través de la narración, que no tiene necesariamente un final, sino que ha de continuarse en cada nuevo proyecto. Podríamos pensar incluso que desde “Los nuevos dueños”  la historia no ha hecho más que continuarse buscando nuevas locaciones y protagonistas.



Insatisfecho con el resultado de su enfrentamiento a la pintura, en el 2012 Luis volvió a postular al certamen del BCR. Habiendo clasificado a la segunda etapa  del concurso, recibe al mismo tiempo una invitación del MALI a ser postulado a un programa de estudios en Argentina, en la Universidad Torcuato di Tella donde resultó becado por tres meses para el programa de artes plásticas. Abandonando sus pretensiones para con la pintura, Luis pone en riesgo también sus estudios de último año en la Escuela de Bellas Artes y viaja a la Argentina.

En este nuevo escenario Luis quedó impresionado por el nivel de contenidos teóricos y formación discursiva que son propias de los estudios de arte en Argentina, país que, según su percepción “mira hacia Europa”. Al carecer de una marca o característica de arte local, Luis aprovechó este vacío para apropiarse de los medios que la formación le ofrecieron: videoarte, performance, recursos teóricos,  y con ello buscó crear un discurso local o sudamericano del arte que lo distinguiera de sus compañeros. Esta propuesta le valió muy buenas apreciaciones dentro del instituto.

Nutrido con textos de Walter Benjamin, Marta Minujin, Leo Estol, entre otros, Luis retornó a Lima, con una carga teórica tan determinante que justamente él, uno de los pocos representantes actuales de la xilografía en su expresión más clásica y  técnica,  presentó como proyecto de sustentación final un videoarte y performance, obra que basó en un discurso social que evidencia al provinciano emergente como  una fuerza que dinamiza a la ciudad. Lamentablemente los estudios llevados en la Argentina no le fueron reconocidos por sus profesores de taller en la Escuela de Bellas Artes como  válidos para suplir las notas parciales y finales del tiempo en que se ausentó y reprobó el último semestre de estudios.

Aunque con sinsabores por como finalizó ese año, Luis manifestó que, en definitiva, él no era ya el mismo que un día, en medio de infinitas dudas, tomó un avión a la Argentina. El paso por esta aventura por demás nutrida de teorías, discursos y debates, remeció el piso desde el que conoció al arte.

Desde nuevos enfoques y renovadas necesidades de crear y producir imágenes, Luis, si bien habrá de embarcarse en búsquedas y meditaciones, tiene en claro y asegura con toda convicción que no dejará de lado la xilografía clásica con la que tiene una relación muy especial  por contar ésta con elementos que le son indispensables, tales como fuerza, resistencia y batalla, que han venido facturando su arte y su propia vida.

Actualmente, a puertas de retomar el curso de la Escuela, Luis Torres tiene una participación muy activa en la Bienal de Grabado del Icpna, el cual le ha dado el sitial que merece su, aunque corta, prolífera trayectoria, que nos invita a todos los artistas a repensar la producción de arte con un contenido local, que comunica lo que le acontece e inquieta, pero que no deja de nutrirse con el conocimiento y con los diferentes aportes de los medios visuales.



Como vemos, el camino de la creación nunca termina y sin embargo nunca se desliga del camino empezado. Discutir sobre la esencia del arte es discutir sobre nosotros mismos y nuestra naturaleza. Llegar a un consenso entre lo que deseamos comunicar y lo que deberíamos comunicar, son cuestiones éticas, personales  y que están muy presentes en el proceso creativo de Luis Torres, nuestro ejemplar compañero de estudios, a quien le agradecemos enormemente por este testimonio y los aportes que puedan darse gracias a él en nuestro imaginario como creadores y productores de arte.


Lima – Puno, Junio del 2013



Tutorial de xilografía elaborado por Luis Torres. 

Cámara y edición de Jim Marcelo Santiago





1 comentario:

  1. un registro que quedará grabado...
    ...en aquell@s que en realidad quieren comprender.

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